El psiquiatra infantil Felipe Agudelo advierte las consecuencias graves e irreversibles que pueden tener en el desarrollo cerebral de los niños menores de cinco años estos meses de cuarentena.
Proteger la vida de los niños y buscar la forma de mitigar las consecuencias negativas de la cuarentena en el hogar debe ser una prioridad. Si esto no se hace, los episodios depresivos y/o ansiosos, las dificultades en el neurodesarrollo, los trastornos por estrés postraumático, serán, como se ha definido en otros países, la próxima pandemia.
La cuarentena es una herramienta para prevenir la transmisión de la enfermedad por coronavirus. Esta tiene sus ventajas como conocer el desarrollo de los niños, aprender de sus juegos, enseñarles de la forma más amable posible el mundo. Pero para el desarrollo psicológico normal y el bienestar de los niños y niñas, tanto la compañía de su familia, la formación de rutinas y la interacción social son componentes esenciales.
«Si los niños no salen es muy probable que su desarrollo, su vida académica y su vida social se vean afectadas a largo plazo» advierte la psicóloga Claudia Mora sobre tener a los más pequeños encerrados.
El aprendizaje se produce a lo largo de la experiencia de vida, y es durante los primeros años cuando se sientan las bases para el desarrollo posterior del individuo, a través de conexiones cerebrales. Se favorece así la adquisición de habilidades sociales, de lenguaje, motricidad fina y gruesa y del pensamiento simbólico.
En la infancia se da la estructura y se inicia un método para que ocurra el aprendizaje, y este no sólo consiste en adquirir información académica. También incluye un aprendizaje motor, del lenguaje, socioemocional… Este último ha cobrado en nuestros días (incluso desde antes de la pandemia) una gran importancia como un aspecto central en el desarrollo integral de las personas.
Las experiencias de los primeros años de vida tendrán una interacción con la carga genética, lo que determinará una conducta posterior como rendimiento académico, logros laborales, relaciones interpersonales, etc… Incluso, considerando conceptos de la epigenética, tendrá impactos en generaciones posteriores. En los primeros cinco años, pero también en la infancia y en la adolescencia, estas experiencias serán definitivas en la formación del cerebro, de sus funciones y, sobre todo, en la concepción que cada uno se forma del mundo, para asumir las dificultades y para mejorarlo cuando se pueda.
Hay tres procesos que inician en la gestación y que se verán reflejados por el resto de la vida del niño. El primero es la proliferación neuronal, acá se forman neuronas destinadas a formar las áreas cerebrales que desempeñan funciones específicas, además de las neuronas de sostén. El segundo se denomina mielinización, en este proceso las neuronas se recubren de un material de lípidos y proteínas que se llama mielina, y esto acelera y mejora la transmisión eléctrica de las fibras nerviosas, es decir, la comunicación entre las neuronas que se traduce en acciones.
Esta fase se inicia aproximadamente a la 25ª semana de gestación y se reduce cerca de los tres años de vida. La tercera consiste en la formación de interconexiones neuronales, y guarda relación con el tiempo de la fase anterior, estas interconexiones formadas en los primeros años guardan relación con las actividades básicas cotidianas, que permiten una relativa independencia, y siguen funcionando para convertir esa independencia física de los niños en la libertad conceptual de los adultos. Para expresarlo con una metáfora de Octavio Paz, estas interconexiones son los puentes que te comunican de ti mismo a ti mismo, y los entornos no sólo ayudan a formarlos, sino a fortalecerlos.
Es fundamental tener en cuenta lo que causa un impacto directo en este desarrollo. En la etapa gestacional, el consumo de alcohol y otras sustancias tóxicas alteran estos procesos mencionados. Pero hay algo tóxico para el cerebro de los niños y niñas, algo que tristemente es común y paradójicamente no se le reconoce la capacidad de daño cerebral (existencial, si se quiere): el maltrato infantil e intrafamiliar. No sólo el golpe, que es el que se penaliza, sino cualquier forma de humillación, cualquier falta de reconocimiento de sus derechos, sea en palabras, en palmadas, en apretones con rabia, etc.
El psiquiatra Agudelo también expuso que el uso excesivo e inadecuado de la tecnología se ha asociado con aumento del riesgo de depresión, ansiedad, consumo problemático de sustancias psicoactivas, alteraciones articulares, etc. Los aparatos deben dejar de ser un biberón emocional, un medio para mantener quietos y calmados a los niños.
Para finalizar deja tres consejos para los padres: 1) Que cuiden su propia salud mental 2) Que jueguen con sus hijos 3) Que conozcan sobre el desarrollo infantil. La Asociación Internacional de Psiquiatría de Niños y Adolescentes usa un acrónimo para las acciones protectoras de la salud mental de los niños en esta pandemia.
RECUERDA.
- Reasegúralos: atiendan a los hechos, pero también háganles saber que van a estar ahí para ellos, y que los van a mantener a salvo.
- Empodéralos: tienen una oportunidad de aprender el valor de cuidar a los demás y pensar en su comunidad.
- Calma: el auto-cuidado es importante para manejar tu propio estrés y consecuentemente el de ellos.
- Unión: pasar más tiempo de calidad juntos en casa.
- Emociones: denles la oportunidad de hacer preguntas, discutan sus sentimientos sobre la pandemia y cómo los afecta.
- Rutinas: juegos, cenas, hablar con amigos, tareas juntos, cuentos, etc.
- Da el ejemplo: educarlos en buenos hábitos como higiene de manos y cubrirse al estornudar.
- Administra la cantidad de información: con explicaciones y análisis sencillos en familia.
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